1.Si tuvieses que editar el "Manifiesto comunista" ¿qué tipografía elegirías?
Lucida
Proletarian Red
2.¿Qué
libro de los que has editado emplearías para calzar una mesa que
cojea?
“…Abrirán
las grandes alamedas: las últimas palabras de Salvador Allende”.
Un libro delgado a simple vista pero que crece con el tremendo
contenido de sus palabras. Esta capacidad elástica de su discurso,
podría hacer de efecto gato hidráulico y así sortear el desnivel.
Pura física, compañero.
3.¿Cuál
es lo más inverosímil que has usado como marcapáginas?
En
los Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca, un trozo de
tanga de encaje negro.
4.¿Hubieses
recomendado algún fanzine en particular a la misión del Voyager de
la NASA para difundir la movida por el Universo?
Es
difícil escoger solo uno, podrían ser Setentayseisborradores y
Contra. Pero seguro la fotonovela: Alma Sola, protagonizada por
Verónica Castro.
5.¿En
cuantas conversaciones has afirmado haber leído un libro que no has
leído para quedar bien?
¿Cuántos
libros has firmado para quedar bien?
6.¿Qué
lectura recomendarías a los miembros del Fondo Monetario
Internacional? ¿Y a los del Banco Central Europeo?
¡Indignaos!
7.¿Guardas
las reseñas de tus libros que aparecen en los periódicos gratuitos
de ámbito local?
Como
oro en paño.
8.Suponiendo
que se diera a corto plazo una guerra a nivel global ¿qué papel
crees que tendría la cultura escrita en la reconstrucción social?
El
de reconstruir la memoria…
9.¿Qué
libro quisieras que hubiera sido lectura obligatoria en el colegio de
tu infancia?
Obligatoria,
ninguna. Recomendada, Sexo
y saxofón, de Gonzalo Arango.
10.¿Crees
que es necesario que todos los libros tengan un título?
No,
de hecho, en lo que se refiere a nuestro ámbito por ejemplo, los
libros de Eloísa Cartonera solo ponen en la portada el nombre del
autor/a. Quizá no sea indispensable y lo peor del título es que
condiciona mucho, que es muy ambicioso. Nosotras por ejemplo, tenemos
en nuestro catálogo el ensayo de Santiago Roncagliolo, “Arte Nazi”
y a mucha gente el título echa para atrás, pero los lectores deben
aprender a abrir su mente, y más cuando se trata de editoriales
autogestionadas, e ir más allá de juzgar a un libro por su título.
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